miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mi nombre es Caliel y soy un ángel caído

Mi nombre es Caliel y soy un ángel caído, llevo 20 años viviendo en este mundo, con los humanos.
Recuerdo cuando caí, cuando deserté, fue el peor y el mejor día de mi vida.
Cuando era un ángel, era uno de los más amados por el padre, le seguía a donde fuera e iba a donde él me mandara. Jamás dude de su sabiduría, jamás dude del amor que por él sentía, hasta que la vi.
Un día mi padre me mandó a vigilar a una de las elegidas, Sofía, la cual por desgracia se encontraba en tinieblas. Como siempre yo le obedecí y me dirigí a donde ella estaba. La encontré caminando por la calle, con sus ojos llenos de lágrimas, sumida en una gran angustia.
La quedé mirando, sin darme cuenta el tiempo se detuvo, olvidé absolutamente todo y me perdí en su hermoso rostro. En mi interior sentí que algo se rompió.
De repente desperté y recordé cual era mi misión, protegerla. Así que entré a su mente, comencé a calmarla, a ponerle paz en su corazón, pero por más que me esforzaba ella seguía mal, su corazón estaba completamente roto y su alma inundada en el dolor. Desesperado comencé a indagar en su memoria, busqué lo que tanto daño le había hecho, vi cada uno de sus recuerdos, cada uno de sus dolores, pero al llegar al último, al recuerdo que más guardado tenía en su interior, me di cuenta de que mi paz no serviría de nada, porque lo que ella realmente necesitaba era amor.
En aquel último recuerdo divise un gran amor, que por desgracia se transformo en su perdición, la dañaron tanto que ya no vivía, sino que moría a causa de aquel dolor, era tan intenso que hasta a mí casi me mato.
Haciendo mi mayor esfuerzo logré darle un poco de paz, la lleve a la casa y la recosté. Dejándola en un profundo sueño me dispuse a irme, mas me detuve por unos momentos y la observe, otra vez se detuvo el tiempo, otra vez me perdí en su belleza.
“Eres tan dulce, tan tierna, tan buena ¿Por qué el padre permite que pases por tanto dolor si eres su hija amada? ¿Por qué no viene y te socorre de esta perdición?” Pensé mientras iba de regreso al paraíso.
Angustiada llegue a los pies de mi padre, le conté todo lo que había hecho, visto y sentido, pero al final no pude aguantar esta angustia que me agobiaba así que le pregunté -¿Por qué permites que tu hija sufra de esa manera?-
-“No critiques mi forma de trabajar, yo sé porque hago las cosas” Me contesta con amor y luego agregó –“Ella será grande, tengo un gran propósito para ella, pero antes debe pasar por mi fuego…”-
-Pero padre ¿Le has preguntado si ella quiere aquel propósito?-
-“No”-
-Entonces ¿Cómo sabes si lo va a querer? ¿Cómo sabes si va a aceptar todo lo que ha pasado y todo lo que le queda por pasar para llegar aquel propósito?-
-“No lo sé”-
-¿¡Cómo!? ¿¡No sabes!? ¡Te imaginas si ella renuncia a tu propósito cuando se lo presentes! ¡Te das cuenta de que todo lo que la estás haciendo pasar podría ser en vano! ¡Tanto sufrimiento para nada!-
-“Creo que ese problema sería mío y no tuyo, así que sigue cumpliendo con lo que te he encargado y no vuelvas a criticarme. Eres un buen soldado, no te eches a perder. Y una cosa más, ten cuidado con lo que haces, con cómo la proteges, no quiero que esto me cause problemas con ella o si no me veré en la obligación de sustituirte en aquella misión…”-
-Sí, padre- Le contesto con un sentimiento de frustración en mi interior.
Por la mañana volví donde Sofía, al llegar me doy cuenta de que está teniendo una pesadilla, así que volví a entrar a su mente para calmarla.
Todo estaba oscuro, solo sentía su llanto desde algún rincón de aquella inmensidad, de repente unos ojos rojos comienzan a rodearme, me doy cuenta de lo que está sucediendo, los demonios la han venido a perturbar, así que sin perder más tiempo con mi poder disipé las tinieblas he impregne de luz todo el lugar, lo llené de arboles, flores y un hermoso río para que la tranquilidad lograra reinar.
Acurrucada en el suelo logro ver a Sofía, corrí hacia ella, la levanté y luego la abracé. Después la miré a los ojos y le dije –Mi nombre es Caliel y soy tu ángel guardián, ya no temas, yo estoy a tu lado y jamás te dejaré…- Sofía sonrió y me volvió abrazar, sentí como nos fundíamos en aquel abrazo que nos unió por toda la eternidad…
Desde aquel sueño todas las noches la volví a visitar, entraba a su interior y nos volvíamos a encontrar. Poco a poco le fui dando el amor que necesitaba, poco a poco aquella hermosa niña me fue cautivando, creo que poco a poco nos fuimos enamorando.
Día a día veía como cambiaba, como aquel dolor desaparecía y era sustituido por una gran alegría, ya no lloraba, sino que reía, ya no moría, ahora otra vez vivía.
Un día el padre me llamo a su presencia, recuerdo que me prohibió volver a entrar a los sueños de Sofía y si lo volvía hacer se vería en la obligación de sacarme y darle a otro ángel aquella misión.
Angustiado volví donde mi niña, desde lejos la observaba, ahora sentía que era yo quien moría. Los días comenzaron a pasar y ella volvía a llorar, en la oscuridad de su cuarto pronunciaba mi nombre, me rogaba que volviera a aparecer en sus sueños. Mas nada podía hacer, si volvía a entrar a sus sueños la perdería para siempre.
Poco a poco comenzamos a morir, poco a poco se acercaba nuestro fin. Hasta que llegó.
Un día Sofía desesperada tomó una decisión, la agonía en que vivía poco a poco la destruyó y ya sin fuerzas no encontró otra solución, cegada por el dolor tomó una pistola y se apunto, decidida a terminar con aquella vida tan amarga que le tocó. Con desesperación vi lo que estaba sucediendo, pasaban los minutos y no sabía qué hacer, por más que intentaba tranquilizarla y darle paz en su interior no lo lograba, así que sin pensar en las consecuencias o si en lo podría hacer decidí mostrarme ante ella, pero esta vez no sería en sueños, sería en su realidad. La verdad no tenía idea de cómo lo haría, tan solo sabía que lo que sentía por ella era tan fuerte que nada me detendría.
El tiempo avanzaba, debía actuar. Centrando todo mi poder en lo que deseaba, una luz comenzó a resplandecer desde mi corazón, asustada cerré mis ojos, no sabía lo que estaba haciendo, así que no los abrí hasta que sentí que todo había pasado.
Una voz me indico que era el momento de abrirlos, Sofía atónita había pronunciado mi nombre, apenas la miró me doy cuenta de que me estaba mirando y de que la pistola se encontraba en el suelo, enseguida comprendí que me podía ver. Sin perder tiempo me acerqué a ella y la abracé, por primera vez sentía su calor real, por primera vez me encontraba realmente en sus brazos.
Nos abrazamos por un largo rato, luego ella me preguntó si estaba soñando o si estaba muerta, con alegría le dije que no era un sueño, ni que tampoco estaba muerta, sino que todo era completamente real. Completamente sorprendida me quedó mirando, hasta que llorando me comenzó a decir: -“Desde la primera vez que soñé contigo no he dejado de pesarte, de recordar cada sueño en el cual has estado a mi lado, de anhelar la noche para dormir y encontrarte, pero luego desapareciste y fue ahí cuando caí en cuenta de que tan solo eras parte de mi imaginación. Me desesperé, me angustié ¡Creí que me estaba volviendo loca!
Sin encontrar consuelo me hundí en el dolor, desesperada anhelando terminar con esta agonía tomé una decisión, creí que terminar con mi vida sería lo mejor, ya que el no tenerte y el creer que me estaba volviendo loca me torturaba sin compasión, pero cuando estaba a punto de jalar el gatillo una luz me cegó y de la nada apareciste tú ¡De la nada! Creí que ya estaba muerta, pero luego me abrazaste y sentí tu calor ¿Cómo podría estar muerta si con tu abrazo otra vez veía de color…? Te he esperado tanto tiempo…”-
-Niña mía, soy real y nunca te he dejado sola, siempre he estado a tu lado. Quizás dejé de mostrarme en tus sueños, pero tan solo fue eso, yo jamás me alejé de ti y jamás lo haría. Y si me desaparecí de ellos, fue porque el padre me lo ordenó, pero hoy viendo lo que ibas a cometer le desobedecí y me mostré ante ti, no podía dejar que cometieras semejante aberración…- Me acerqué a ella y la abracé, juntas lloramos, hasta que comencé a desaparecer, el padre me estaba llamando. Antes de desaparecer por completo, tomé su mano y le prometí que volvería, llorando la dejé, pero sabía que la volvería a ver.
Sin darme cuenta me veo ante los pies de mi padre y este me dice:
-“¡Me has desobedecido! ¡Te ordené que no te aparecieras ante ella, pero tú no hiciste caso!”-
-¡Padre! ¡Ella se iba a matar! ¡Debía hacer algo!-
-“¿¡Y sabes por qué se iba a matar!?
-Sí…-
-“¿¡Por qué!?”-
-Porque yo me desaparecí de sus sueños- Le respondí con melancolía.
-“Entonces ¿Quién provocó todo esto?”-
-Yo- Le contesto derrotado.
-“¿¡Te das cuenta del error que has cometido!?”-
-¡Tan solo quería ayudarla!-
-“¡En vez de ayudarla casi la condenas!”- Me grita enfurecido.
La culpa me pesaba, todo había sido mi culpa, fui yo quien había interferido en la vida de aquella mujer. Pero ¿cómo no la iba ayudar si sufría tanto? ¿Cómo no iba a tener compasión por ella?
De repente la rabia comenzó a inundarme ¡Yo tan solo quería ayudarla! ¡Esto no era mi culpa!
-¡Yo no soy el culpable! ¡Yo tan solo quería ayudarla! ¡Tú eres quien todo lo haces! ¡Tú eres quien todo lo permite! Así que no me vengas a culpar ¡Yo solo le estaba haciendo más llevadera la vida a aquella niña! ¡El sufrimiento que le estás provocando no tiene justificación!-
-“Ella tiene su propósito ¡Ella debe pasar todo aquel sufrimiento para llegar a él!”-
-¡Ella no quiere tu propósito! ¡Ella me quiere a mí!-
-“¿Te das cuenta de cómo tu error la perjudicará?”-
-Yo no la he perjudicado, tan solo le he dado lo que ella necesitaba… Amor, ese que a veces pareces olvidar.-
-“¡La amo! ¿Cómo voy a olvidar darle mi amor?”-
-Sí, la amas, pero para demostrarle tu infinito amor mira todo lo que la has hecho sufrir ¿Cómo puedes amar y aguantar ver como quien ama sufre tanto? ¿¡Cómo!?- Llorando caí de rodillas, jamás había dudado de mi creador, jamás había sentido rabia hacia él, pero esto me superaba, no entendía cómo podía amar y ver como sus amados sufrían y no hacer nada. Yo no podía seguir eso, no podía hacerme el siego y no hacer nada al respecto.
-Siempre te seguí- le dije con un llanto amargo –Nunca dude de tu sabiduría, te creía un Dios de amor, pero ahora veo que también eres fuego consumidor…- Él tan solo me miraba, nada me replicó.
-Con el dolor de mi alma hoy renuncio a ti, iré al mundo de los mortales y le daré aquella niña lo que tanto necesita. Ya no puedo seguirte, no logro comprender tu forma de ser, por favor perdóname, pero es lo que siento que debo hacer…-
-“Siempre fuiste mi mejor soldado, mi más confiado ángel, mi incondicional. Logro entender lo que me dices, pero recuerda; Soy un Dios de amor, pero también soy fuego purificador…”-

Ese día dejé al padre, a quien había seguido toda mi vida y bajé donde la mujer que en sus sueños me había enamorado. Hoy llevo 20 años a su lado y no me arrepiento de lo que hice, juntos hemos sido felices, nos hemos amado como nadie nunca podrá amar. Pero sé que cuando muera volveré a encontrarme con mi padre y deberé rendirle cuentas, pero por ahora, mientras viva, solo viviré para ella, para amarla y hacerla feliz hasta que la muerte nos separe.

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