sábado, 25 de diciembre de 2010

:)

Siempre que sufrimos o que algo nos daña, nos planteamos olvidarlo, dejarlo en el pasado y hacer como si nunca hubiera pasado. Pero al hacer aquello estamos cometiendo un gran error.
No tenemos que olvidar, no es lo correcto, el olvido creo que es para los cobardes, para quienes no son lo suficientemente capaces para superar lo que tanto les daña.
Quizás ahora debería estar hablándoles de la navidad, porque hoy es navidad, pero les hablo del olvido porque ayer, en vísperas de navidad conocí a una persona que paso por algo parecido a lo que yo ahora estoy pasando.
Él hace más de un año paso por una ruptura muy parecida a la mía. A él la costumbre también casi lo mata ¿Por qué hablo de costumbre? Porque él también se acostumbró a no estar solo, a tener a esa persona a su lado, sabiendo que ya no había amor entre los dos. Lo mismo que a mí me paso.
Bueno, él nos dio a conocer como supero todo y lo que aprendió de ello. Debo decir que su experiencia de vida me dejo mucho, cuando el trasmitía lo que sintió me hizo ver muchas cosas, como los errores que estaba cometiendo y los errores que podría cometer.
Ahora volviendo al punto inicial, cuando algo nos dañe no debemos olvidar, sino aprender de ello y superarlo, el olvido no te servirá de nada, porque podría pasar que simplemente vallas caminando por la calle y veas algo que te recuerde aquel tortuoso dolor y veras que olvidar no te sirvió, ya que cuando lo recuerdas, vuelve a doler, en cambio si lo superas, si aprendes de ello, si al mirar al pasado ya no lloras, al recordar, así de repente, no dolerá, porque ya lo habrás superado.
De cada superación sacamos una gran enseñanza.
Yo estaba cometiendo este error, yo estaba tratando de olvidar, escapar. Pero cada vez que veía algo que me recordara a ella o escuchara alguna cosa que pudiera hacer referencia a ella, volvía a doler. Pero ahora me di cuenta de que no puede ser así, de que no puedo seguir así. Tengo que aprender a superar cada dolor.
Ayer, al llegar a mi casa, al poder reflexionar todo lo que hablamos en aquel cerro, me sentí bien. Parte de mí sentía un gran dolor, pero que era amortiguado por una paz inmensa que había en mi interior, me sentía feliz. Era tanta mi felicidad que a gente desconocida en la calle le desee una feliz navidad y eso que yo no creo en ella. Aunque esta navidad fue diferente, esta navidad recordé lo que es.

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