martes, 14 de diciembre de 2010

Promesas que condenan...

Irme, largarme de aquí, dejar todo y volver a empezar.
Ser otra persona, ser quien siempre quise ser.
Eso es escapar, no dar cara a lo que me esta pasado y huir como una cobarde. Pero ¿¡Qué hago!? ¿¡Qué mierda hago!? Estoy tan sumida en mi dolor. Duele tanto…

Ya era la hora, el bus estaba por salir.
Aún había sol aquella tarde, había sido un día caluroso y aún hacia un poco de calor a esa hora, aun así yo llevaba la chaqueta, sabía que el viaje sería largo, que llegaría de madrugada y las noches aún son frías, incluso a donde me dirigía.
Tome mi bolso y se lo entregue al auxilia. Me gire, vi a mi madre y un vacío.
La abracé, no me dolía dejarla, sabía que estaría mejor sin ella, aunque también sabía que igual la extrañaría. Más me dolió aquel vacío, aquel lugar donde debería estar alguien, pero no había nadie, nada.
El bus ya se iba, le sonreí a mi madre y le dije que estaría bien, pero por dentro sabía que no sería así.
El motivo de mi partida era el olvido, olvidar todo el dolor que me causaron y cause. Olvidar todo lo malo y empezar de nuevo. Sabía que eso sería difícil.
Subí al bus, me dirigía a mi asiento, recuerdo perfectamente que era el asiento 13 que daba a la ventana, era un asiento individual, ya que viajaba sola.
Cuando voy a sentarme siento que gritan mi nombre, reconocí aquella voz. Era ella, mi niña, la que tanto amaba y la razón de mi partida.
Corriendo bajé y la vi, ella se tiró a mis brazos y me dijo -“Eliana, por favor no te vallas, no me dejes…”-
Y yo le respondí -¿Y qué quieres que me quede haciendo acá? No tengo nada que me amarre a este lugar-
-“No te vallas, prometiste que siempre estarías a mi lado”-
-Tengo que pensar en mí, solo hay dolor a mi alrededor, solo sufro. No me puedo quedar aquí.-
“-¡Lo prometiste!”-
-Si no fuera porque te quiero tanto simplemente te dejaría, pero no puedo. Ahora tengo que irme, pero prometo que volveré…- La abrace con todas mis fuerzas y subí al bus que ya se iba.
De la ventana vi cómo se quedaba mirando el bus con melancolía. Mi corazón lo único que quería era bajar y abrazarla, pero tenía que irme y sabía que aquella promesa sería mi condena…
Ya en camino a mi destino, mis ojos no paraban de llorar, había hecho una promesa y debía cumplirla. Pero por dentro sabía que si volvía todo sería igual, ella jamás se fijaría en mí, mi sufrimiento sería el mismo y quizás peor.
Esa noche de viaje no la disfrute como siempre lo hacía, lloré toda la noche, pensaba en qué iba hacer.
Eran las siete de la mañana cuando el auxiliar me despertaba para decirme que ya estábamos llegando.
Abrí la cortina, ya sentía el aire fresco del sur, sabía que ya estábamos en Puerto Montt.
Al llegar al terminal mi padre me esperaba, corrí a sus brazos y lo abracé con todas mis fuerzas. Lo extrañaba demasiado, hace casi un año que no le veía. No nos dijimos mucho en el terminal ni en el viaje hacia la casa. Mi padre sabía que era yo quien tenía que comenzar hablar, sabía que era yo quien tenía que confiar en él. Así que no me pregunto nada, decidió esperar.
Ya en la casa conversamos de cosas superficiales, estudios, relaciones con mi madre y hermana y ese tipo de cosas.
Recuerdo que después de almorzar me conecte, ahí estaba ella, pero no le hable, solo le dije a mis amigos que estaba en Puerto Montt y que no sabía cuando regresaba. Recuerdo una amiga me llamo, me puteo por teléfono por no haberle dicho nada y también me hizo prometerle que regresaría.
Después de ello decidí que era hora de hablar con mi padre. Necesitaba decirle lo que me estaba pasando.
No contaré muchos detalles de aquella conversación, prefiero guardarla para mí. Solo les diré que cuando le conté todo lo que estaba pasando, me abrazó y me dijo que me amaba y siempre me apoyaría, aunque no viviera con él, siempre estaría para mí. Esa tarde lloramos juntos y me enseño que lo mejor no era escapar, si no enfrentar las cosas. Así que ese mismo día de mi llegada nos fuimos a comprar el pasaje de vuelta, no encontramos pasajes para viajar de noche, así que sacamos uno para el día siguiente de día.
Fue poco lo que estuve con él, pero me sirvió demasiado. Él siempre me ha entendido.
Al otro día nos despedimos, llore en su pecho y le agradecí todo lo que estaba haciendo por mí.
Tome el bus y otra vez me puse a llorar, esta vez por mi padre, sabía que no lo volvería a ver en mucho tiempo, pero tenía que irme.
Sí, fue algo tonto, pero a veces las cosas tontas te sirven para aprender, en ese corto viaje aprendí mucho y siempre le agradeceré a mi padre por ello.
Ya pasado el mediodía sentía que el bus no avanzaba, el día se me hizo larguísimo, no tenía más entretención que pensar en cómo llegaría a la casa, en qué haría.
Ya había llegado, tenía que solo tomar un colectivo, sentía miedo, así como no le había avisado a nadie que me iba, tampoco avise que volvía.
Al llegar a mi casa mi hermana me abrazo, ella no sabía que yo me iba, no quise decirle, no sabía decirle el porqué de mi partida. Así que cuando se enteró de que yo me había ido lloro toda la noche y cuando me vio, después de abrazarme comenzó a pegarme y decirme que nunca más volviera hacer lo que había hecho.
Luego abracé a mi madre y le dije que tenía cosas que hacer, deje mis cosas y salí.
Mi rumbo era la casa de aquella niña a la cual le prometí que no la dejaría. Al llega fue ella quien abrió la puerta, al verme, se tiró a mis brazos y comenzó a llorar.
Le dije que había prometido estar siempre a su lado y así lo haría. Ella no hizo más que abrazarme y darme las gracias.
Jamás paso algo con ella, siempre fuimos amigas. Y como dije casi de un principio de esta historia, la promesa que le hice me condeno.
Hoy ya han pasado casi dos años de ello, ya la olvide y me volvía a enamorar, como siempre la que sufrió fui yo y bueno la que aún sigue sufriendo.
Por lo menos con esa promesa logre aprender cómo llevar mis problemas, como podía a tratar de resolverlos y es ello lo que ahora me tiene aquí, en duda ¿Me voy o sigo aquí? ¿Empiezo una nueva vida o comienzo a reparar la que tengo?
Me hace falta mi padre, sé que él me ayudaría, pero no está, así que tengo que ver yo sola lo que es mejor para mí.
Se supone que hoy me iba y no lo hice, ahora creo que me iré mañana, pero no es seguro.
Estoy perdida, no sé qué hacer, solo siento dolor y a veces me dejo llevar por él y tomo decisiones apresuradas y con rabia.
Bueno mañana será otro día, mañana volverá a salir el sol, como siempre digo “Hoy vivo el hoy y mañana viviré el mañana” así que no me apresuraré a decirle si me voy o no.

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